Como ya se ha señalado previamente, esterilidad e infertilidad no significan lo mismo. La esterilidad es la imposibilidad de conseguir un embarazo, pues el espermatozoide no puede fecundar el óvulo o, en el caso de que lo logre, el embrión no llega a anidar o implantarse en el útero. En la infertilidad sí se consigue el embarazo pero en alguna de las fases del mismo se produce un aborto espontáneo.
De forma concreta, el término esterilidad primaria hace referencia a la situación en la que una pareja jamás ha logrado conseguir el embarazo. Ha tenido problemas para lograr la gestación y no han tenido hijos previamente. De ahí el término “primaria”.
Evaluación
Para considerar la esterilidad primaria, no es suficiente con no poder concebir un hijo en el tiempo deseado, sino que tiene que ser diagnósticada por un profesional. Antes de considerar la posibilidad de la esterilidad, la pareja tiene que estar un año intentando el embarazo tras el cese de los métodos anticonceptivos antes de acudir a una clínica de reproducción asistida. Cuando acude a consulta, se realiza una entrevista conjunta. Después, se realiza un estudio de la fertilidad femenina y también de la masculina a través de un seminograma.
Es importante tener en cuenta que la esterilidad no implica la incapacidad para tener hijos, sino que el camino para la maternidad y paternidad será más difícil. Además, no deben buscarse responsables, pues para conseguir el embarazo es necesaria la suma del potencial reproductivo de ambos miembros.
Enfrentar la esterilidad
Enfrentar el diagnóstico de infertilidad supone un momento muy duro y complicado para la pareja. Sin embargo, cabe recalcar que dicho diagnóstico no tiene por qué implicar la imposibilidad de tener hijos: únicamente que el camino de la maternidad será más difícil.
En caso de que alguno de los miembros de la pareja tenga problemas de infertilidad, no debe sentirse responsable, pues cuando se habla de fertilidad es fundamental ser consciente que supone la suma del potencial reproductivo de cada miembro de la pareja.
El estar unidos y expresar la frustración o la rabia es fundamental para sentirse mejor y seguir hacia delante. Cada persona maneja la asimilación y enfrentamiento de problemas a su manera, pero es importante no impacientarse y ser conscientes de que el camino es complicado y largo, pero los resultados valen la pena.